Y desde el fondo se escucha casi imperceptible un susurro de voz airosa y chiquitita, que en su pequeñez trata de expresar todo cuanto quepa en unos cortos segundos:
Que las burbujas siguen chasqueando las orejas del submarino ocasional.
Que las hojas siguen murmurando su locura al erosionar el cemento.
Que el aceite, el aceite, el aceite.
Y ahí la tienen, encerrada. Ahí la tienen, abajo.
0 comentarios:
Publicar un comentario