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Retazos
Y empezamos a poner pedazos de nosotros mismos en el cuerpo del otro, para tapar esos agujeros por los que los demás podían mirar a través de nuestra carne.
El proceso
Fui un juez cruel. Me heriste con una estocada profunda. Fui tu víctima y a la vez me mimeticé dentro del jurado que se sentó a reprocharte. Y como buena víctima fui exageradamente parcial. Me puse una máscara de zorro y actué como tal.
Observé cómo con cara de terror y sudor en tu frente mirabas 500 caras de zorros de tonos anaranjados a punto de lanzarse sobre tu carne fresca. Yo me sentía moralmente protegida. Ellos estaban allí para ejercer la justicia que yo merecía. Eran mis aliados.
Solo cuando me tuve que sentar en la piedra gélida del imputado te entendí. Me di cuenta que me tenías que herir. Me tenías que herir para aspirar a ser feliz y hacerme feliz. Y evidencié lo absurdo del proceso: ¿Quiénes eran aquellos que con máscaras de indiferencia y recta moralidad te juzgaban de esa manera? ¿Quiénes sino aquellos que cometen constantemente los mismos crímenes o están susceptibles a cometerlos?
Hoy, desde el patio de los condenados, te logré mirar sin máscaras. Las cicatrices de mi rostro quedan al descubierto, pero al menos puedo sentir la brisa fresca tocar suavemente mi piel humana.
Significado
Se levantó un día y una combinación de olor a cigarro, cariño y problemas tuvieron significado para ella.
Introducción
Cuando alguien entre de nuevo a mi mundo, quiero que lo tome como es: como un lugar acogedor, como estar en una casa con paredes blandas llenas de colores suaves, pero de miles de colores al fin y al cabo. Un lugar curvo, con muchos espacios escondidos donde encontrar nuevas cosas día a día.
Como un lugar de caricias suaves, de palabras tibias, de tardes de domingo, de languetazos de perro y salidas a caminar. De películas antiguas y libros al sol. De incondicionalidad. De un poco de distorsión bohemia y pequeños placeres. De carcajadas con ganas.
Pero también de fragilidad, nunca olvidar esa fragilidad que hay que cuidar.
Como un lugar de caricias suaves, de palabras tibias, de tardes de domingo, de languetazos de perro y salidas a caminar. De películas antiguas y libros al sol. De incondicionalidad. De un poco de distorsión bohemia y pequeños placeres. De carcajadas con ganas.
Pero también de fragilidad, nunca olvidar esa fragilidad que hay que cuidar.
No fue
Fuimos tontos.
Sobre todo niños.
Niños jugando a conocer lo más hondo de sus paredes.
A probarse, a retorcerse en la tierra inmunda de la desesperanza.
Me probaste como si yo fuera un juego.
Te dejé probarme porque tengo la enfermedad de amar la herida.
Nos dejamos y nos hundimos los dos.
Y yo quedé abajo en la mugre.
Mi obsesión no se alimenta de tiempo, sino de imágenes.
De tu olor a hombre dolido.
De mi ilusión de mujer querida.
De esas dos veces contigo en el grito de lo delicioso.
Te siento respirando tan cerca mío.
Con tu cinismo enraizado de olor rancio.
Con tu orgullo inútil.
Con mi pasión quebrada entre tus labios irónicos.
Te siento entrar y es tan falso.
Entras tan fabulosamente y me lastimas.
¿Por qué te quedas sin tocar?
Lame la herida que dejaste en mi fragilidad y ándate de una buena vez.
Sobre todo niños.
Niños jugando a conocer lo más hondo de sus paredes.
A probarse, a retorcerse en la tierra inmunda de la desesperanza.
Me probaste como si yo fuera un juego.
Te dejé probarme porque tengo la enfermedad de amar la herida.
Nos dejamos y nos hundimos los dos.
Y yo quedé abajo en la mugre.
Mi obsesión no se alimenta de tiempo, sino de imágenes.
De tu olor a hombre dolido.
De mi ilusión de mujer querida.
De esas dos veces contigo en el grito de lo delicioso.
Te siento respirando tan cerca mío.
Con tu cinismo enraizado de olor rancio.
Con tu orgullo inútil.
Con mi pasión quebrada entre tus labios irónicos.
Te siento entrar y es tan falso.
Entras tan fabulosamente y me lastimas.
¿Por qué te quedas sin tocar?
Lame la herida que dejaste en mi fragilidad y ándate de una buena vez.
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