En que la voz de un cantante poco talentoso se hace amena.
En que la rutina no afecta más al cuerpo cansado
En que por algunos segundos viajas a países europeos sin darte cuenta para luego volver a la verdad santiaguina.
En que no necesitas un sacerdote para casarte, sino una vendedora de completos en la calle.
En que ya no basta la felicidad mediocre.
pero también hay días sin tí.
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