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Nada vida nada

Hace un tiempo que la soledad me muerde desde dentro y deja una herida ardiendo.
Si me sentara a hablar con mi yo joven, quizás ella me diría lo mismo.
(siempre que me recuerdo triste era por la soledad).

Pero en la adultez la soledad quema.
Se hace más real.
El acceso a un mundo de recursos-personas para poder ocultarla solo la vuelve más palpable.

Tiene un olor salado.
Al tacto se siente pegajosa.
La soledad es real.

El problema de la soledad es que no puedes aspirar a que desaparezca una vez que mueras.
Porque, ¿quién estará allí una vez que mueras?
Si ya no hay nadie en este mundo que te quite esa sensación de mierda, ¿qué te asegura que alguien te esperará en ese otro lado?

Y ¿quién es ese algo que tiene que existir para llenar el vacío?

La adultez es saber que no hay ese algo.
Que nada tiene ni tendrá sentido.
Que la muerte no es la solución porque allá no encontrarás ese objeto-ser que llenará ese vacío.
Que la muerte es la solución porque una vez que seas la nada, no habrá nada que llenar.


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