¿Y qué si uso muchos gerundios?
Y qué si hablo al revés, si pronuncio mal, si tengo malas intenciones, si engaño y lo disfruto...
¿Y qué si pierdo la ingenuidad? Si no soy lo que esperabas ni soy tan genial.
Aprendí a saborear la displicencia gota a gota.
La comodidad y el echar todo a la mierda.
La autodestrucción y la mediocridad.
Déjame disfrutar la imperfección, esa que es tan nuestra.
0 comentarios:
Publicar un comentario