Zapatos azules
Se había soñado a ella misma usando sus zapatos azules. Su sueño había sido un tanto insípido: estaba ella junto a un hombre sin hacer más nada que estar el uno junto al otro. Lo peculiar del sueño era que dentro de él, ella sabía que aquél hombre la quería besar, y de pronto la cara de aquel hombre se transformó en la de ese que tanto le había quitado el sueño los últimos meses. Por eso, esa mañana se despertó decidida a ponerse sus zapatos azules y pararse al lado de él (pues después de tanto tiempo, siempre sabía donde encontrarlo) para poder sentir esa sensación maravillosa que sintió en su sueño: saber que él la quería. Cuando llegó lo vio. Estaba riendo con una sonrisa añeja y jugando con los cabellos negros mientras besaba la oreja de una niña un tanto parecida a la mediocridad . Vio como la pareja le miraba su cara de espanto y dio media vuelta con la respiración cortada. Atinó a caminar rápido por el sendero del parque hasta que se detuvo. Ella no comprendía porque su sueño no se reprodujo, estaba segura, tan confiada en una realidad plástica. De pronto sintió el sonido de una respiración acercándose lentamente por detrás, vio como sus zapatos azules ahora estaban acompañados de unos botines perfecta y elegantemente lustrados, su corazón se detuvo siete segundos, volteó la cabeza hacia arriba y lo vio: era el lechero.
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