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Extracto

Retrocedamos un poco a esa época en que no escribías sobre amor - la voz un poco nasal pero profunda del profesor removía su intestino de forma violenta. La sala completamente oscura y cuadrada era perfecta para el rodaje de imágenes que provenía de aquel inútilmente gigante proyector de los 80' que se ubicaba en medio de la sala. 

Ella manipulaba diestramente la máquina. Apretó un par de botones para retroceder rápido la película y miró un par de veces hacia el fondo de la sala donde la esbelta figura del profesor parecía estar formada sólo por el haz de luz que dibujaba su silueta contrastada con el negro profundo que la rellenaba. 

Está bien ahí - la grave voz del profesor que resonaba en la sala vacía (casi vacía, si no fuera por ellos dos) generó la detención de su dedo índice sobre el botón izquierdo del proyector de manera tan automática que el mismo Pavlov hubiera fantaseado con aquella imagen si ella hubiese sido un canino. 

Al voltearse alcanzó a ver una serie de imágenes coloridas proyectadas en el viejo telón blanco que colgaba al frente, y se pudo ver caminando, actuando, llorando, todo en reversa y velozmente. Se detuvo en una imagen en la que se pudo reconocer a ella misma vistiendo unos jeans claros ajustados y una polera, de nuevo, ajustada de líneas blancas y verdes intercaladas. En esa época tenía varios kilos menos acumulados en los glúteos y muslos y no usaba tanto, ni tan caro, maquillaje como ahora. Recordaba moverse más liviana y rápidamente y disfrutar con mayor intensidad el sol de las 12 sobre sus rosadas mejillas. 

[...]


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Niño de las burbujas



Lo miro desde fuera de la fortaleza que ha construido.
Acomoda su mundo con perfección milimétrica.
Se derrumba.
Lo vuelve a armar.

A veces el niño burbuja me deja entrar a conversar.
Simplemente nos miramos.
Nos reímos de la gente ridícula que pasa por fuera.
(El secreto es que no nos pueden ver)

Se siente tan bien estar adentro.
Lo amo.
Estupidamente.
Animalmente.
Tiernamente.
Pasionalmente.

Pero hay veces en que la luna está de malas.
Y la barrera exterior se pone tan pegajosa que no puedo enterrar mis garritas en ella.
Yo solo soy un gato.
No puedo hacer mucho mas que tratar de reventarla desesperadamente.
No conozco otra forma.

Lo veo hacer su cama.
Lo veo ordenar sus libros.
La burbuja se nubla.
Yo sigo afuera.
Tratando de limpiar la burbuja con las almohadillas de mis garras.
Tratando de obtener una imagen para ver si me recuerda.
Amándolo.
Esperándolo.



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