Gracias por herirme tanto tanto.
Gracias por azotarme en el suelo,
y que mi cabeza se rompiera en mil pedazos en el cemento.
Era ese azote lo único que me iba a despertar.
Porque mi sueño contigo fue tan profundo,
pero bien sabes tú que no basta soñar,
¡Por dios que no basta soñar!
0
Suscribirse a:
Entradas (Atom)